martes, 5 de abril de 2011

¿El principio del fin?


Fernando Verdasco, como tantos otros tenistas que explotan en su madurez, ha tardado más de la habitual en llegar a la élite del deporte de la raqueta. Concretamente 24 años, casi 25, que son los que tenía cuando se convirtió en héroe nacional en aquella memorable final de la Davis ante Argentina disputada en Mar del Plata. Siempre había apuntado maneras, con un potente saque y una derecha perfecta, pero se le achacaba irregularidad, falta de constancia y debilidad mental. Aquella final cambió a Fer. En ese momento adquirió una dosis enorme de confianza que le llevó a protagonizar grandes partidos, como el de la foto del artículo, y a sumar más títulos a su hasta entonces escaso palmarés.

En 2009 empezó fuerte y se convirtió en un habitual de las rondas finales de Masters 1000 y Grand Slam, aunque siempre quedando a las puertas de la gloria. Sólo logró alzarse con títulos menores -New Haven (2009), San José y el Conde de Godó (2010)-, pero eso ya era mucho más de lo que lograba la mayoría de sus competidores y le permitía estar, sino dentro, rozando el 'Top-ten'.

Pese a ser eminentemente terrícola como todo buen tenista español que se precie, se adapta bien a las pistas rápidas gracias a la potencia de sus golpes y a su agresividad, gustándole al madrileño jugar muy dentro de la pista. Y fue precisamente en tierra donde el año pasado mostró lo mejor de su repertorio. Muchos recordarán su pasado año por la anécdota de la final de Niza (ver vídeo abajo), pero lo cierto es que el tenista de la capital española alcanzó por aquel entonces sus mejores resultados. Llegó a la final en Montecarlo, donde sólo le hizo un juego a Rafa, y le ganó el Godó a Soderling para posteriormente alcanzar semis en Roma, perder la final de Niza y caer en octavos en Roland Garros. El único borrón lo echó en su torneo favorito, el Masters 1000 de Madrid, donde le apeó Melzer en tercera ronda, pero las sensaciones que dejó fueron fabulosas. Su saque tres cuartos hacía estragos en los rivales, que bailaban por el fondo de las pistas al son que dictaba su derecha y temían por sus raquetas cuando Verdasco se echara encima de la bola a restar sus saques.

Tras una exitosa gira sobre tierra batida, venía la hierba de Wimbledon. Fer tenía muchas esperanzas puestas en este torneo... y perdió. Y lo hizo en primera ronda ante un tenista a años luz de él: Fabio Fognini. A partir de ahí, el globo de Fer se deshinchó. El bueno de Verdasco empezó a obsesionarse con la posibilidad de ir al Masters Series de Londres y la situación le superó. Un pobre 10-12 hasta final de temporada le condenó a quedarse a las puertas de repetir presencia en el torneo de maestros por segundo año consecutivo. Pese a todo, los caprichos del azaroso ranking ATP le situaron noveno allá por el mes de agosto, posición de la que a día de hoy no se apeado aún. Y eso que 2011 ha seguido como terminó el año anterior, con un pobre bagaje 9-7 y habiéndose dado siete de las nueve victorias en dos torneos: Australia, donde cayó en octavos; y San José, donde le venció Milos Raonic, su particular bestia negra en este comienzo de curso.

Fer es 'Top-ten', pero por los mentideros tenísticos empiezan a asaltar las dudas: ¿es una posición real o una ilusión? Davydenko, Del Potro, Nalbandián, Ferrero... son muchas las ausencias que ha habido en estos meses de gente que puede estar por encima del nivel de Verdasco. La semana que viene comienza Montecarlo, donde defiende 600 puntos. Durante el resto de torneos ha de hacer lo propio con otros más de 1.000, siendo 500 del Conde de Godó que según ha trascendido hoy no va a disputar por diferencias con la organización. Si Verdasco no vuelve a ser el de 2009, la caída en el ranking puede ser estrepitosa. La bola está en su tejado, o mejor dicho, en su raqueta. ¿Será capaz de devolverla o se quedará en la red?

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