martes, 20 de noviembre de 2012

El miedo a decidir
Feliciano y Ferrer descansan durante un entrenamiento en Praga, atentos a los consejos de su capitán. (Foto: EFE)
España cayó 3-2 ante la República Checa en una de las finales más polémicas que se recuerdan en los últimos años. La 'Armada' viajaba a la ciudad del Teatro Negro consciente de que el envite era harto complicado y de que, por una vez, no llevaba el cartel de favorita. La pista, el público, los momentos de forma... todo beneficiaba al conjunto capitaneado por Jaroslav Navratil sobre el papel, pero una vez comenzó la eliminatoria el panorama empezó a cambiar. La victoria de los 'M&M' en Londres la semana previa sumada a la endeblez de Stepanek y la fortaleza de Nico el viernes noshicieron soñar. Un sueño que acabó roto en pedazos el domingo, en un Stepanek-Almagro cercano a las 4 horas, pero cuyo desenlace se veía venir desde muy pronto.

En un equipo donde hasta ahora el ambiente era armónico, como de película, quizás no convenga señalar culpables ni inocentes, especialmente por la amabilidad, la simpatía y la cercanía de todos los miembros de la selección, que hacen de ella una gran familia no solo de puertas para dentro sino también hacia el exterior. Con un trato hacia la prensa divino, de agradecer una y mil veces, puede ser injusto que el dedo apunte hacia unos o hacia otros, pero creo que la empatía no puede aplacar la crítica o la opinión.

Las malditas matemáticas

El galimatías que ha envuelto al combinado español de Copa Davis comenzó allá por el mes de septiembre, cuando en Gijón se derrotó por 3-1 a Estados Unidos. Apenas unas horas después de que David Ferrer certificara la clasificación, la sala de prensa se pegaba a los ordenadores para vivir el Berlocq-Berdych que finalmente hizo que los checos fueran nuestros rivales. De inmediato, las cabezas comenzaban a hacer cábalas y rápidamente el nombre de Feliciano Lópezsparring en tierras asturianas, saltaba a la palestra. Las condiciones del toledano, rara avis dentro del circuito nacional, le hacían opositor con firmeza a una de las plazas dentro de los elegidos. Nicolás Almagro o Marc López, con las pistas rápidas a cubierto como principal lunar, deberían jugarse así con el toledano dos de los asientos en el avión hacia Praga, con David Ferrer como número 1, Marcel Granollers como doblista de lujo y Rafa Nadal prácticamente descartado por lesión. Las matemáticas no fallaban: uno iba a quedarse fuera.

Marc López se ganó el billete en LondresDos meses distaban hasta tomar la decisión, más de sesenta días para que cada cual hiciera sus deberes. El más aplicado fue el eslabón más débil de la cadena de la selección española: Marc López. El catalán, que se daba por excluído si Nadal se recuperaba parcialmente y podía disputar el dobles, apenas jugó dos torneos debido a su lesión y la de su compañero Marcel, pero su pluscuamperfeto rendimiento en Londres fue clave. Imposible tocar un tándem que venía de ganar el Masters jugando contra las otras siete mejores parejas del año. Así, el hombre de la eterna sonrisa aseguraba su presencia en la gran final.

La patata caliente pasaba así a Feliciano López y Nicolás Almagro, examinados con lupa por su capitán en la gira de torneos indoor disputados en la antesala de la finalísima. Lejos de brillar, la presión pudo con ambos, especialmente con el toledano, que perdió muchas papeletas. Venía en forma de la tournée asiática, pero en tierras Europeas firmó un balance desolador: tres derrotas por una sola victoria. Siempre llegando al tie-breaken casi todos los sets disputados, pero entregando ahí la cuchara. Nico, batiendo incluso a un par de rivales con los que no pudo Feli -Querrey en Valencia y Ramos en París- se mostró algo más sólido, aunque siempre que apareció alguien fuerte en su camino pereció en la batalla.

¿Méritos presentes o pasados?

La impecable hoja de servicios de Feli en la Davis no fue suficiente para ÁlexAnte esa situación el panorama parecía despejarse para el murciano, pero Feli aún seguía teniendo opciones. Corretja se debatía entre los méritos presentes, en el mejor curso de la carrera de Nicolás Almagro ante uno de los más discretos en el caso de López; y los pasados, donde éste acreditaba actuaciones de nivel que hacían difícil descartarle a las primeras de cambio. Especialmente motivado cuando se trata de defender los colores de su país, el zurdo tiraba de historial para tratar de convertirse en segundo espada en el O2 Arena. Sus victorias en la final de 2008 en Mar del Plata ante Del Potro y en cuartos en Austin en 2011 ante el mejor Mardy Fish que se recuerda volvían a ponerle en la picota. Su experiencia y acierto -dos de dos- en puntos clave eran una garantía que compensaba su mala temporada.

Avanzaban los días y la cabeza de Álex no solucionaba el problema. Su principal opción, la inclusión de Feli en el dobles por Marc López, era a su vez la que menos tiempo de reacción dejaba -tenía que esperar a que terminara el Masters de Londres- y el citado resultado en la capital británica le deslegitimaba. Para entonces, Feliciano ya seguía un plan para llegar a la eliminatoria al 100%, entrenándose en Queen's -escenario del tradicional torneo sobre hierba- durante la semana en que David Ferrer y Almagro estaban en el torneo londinense. Era tarde para quitarle el caramelo de la boca a un jugador al que nunca se le dijo directamente que iba a jugar, pero ni mucho menos se le hizo saber lo contrario. Se avecinaba un buen problema.

La estabilidad del grupo

Así llegó el miércoles noche, cuando Álex hizo saber su decisión final al grupo: repetían los de Gijón. No sentó bien la noticia a Feliciano, que actuó contrariamente a lo que dicta el libro de estilo. Disimuló en petit comité y habló el jueves, tirado de la lengua y sobredimensionadas sus palabras, las cuales por otra parte nunca debió hacer públicas. La estabilidad por la que se había decantado Corretja -respetando a quienes labraron el camino a Praga -se rompía parcialmente desde dentro, lo que él menos se esperaba, aunque ese mismo día el de Toledo pusiera agua al fuego en las tertulias radiofónicas. No había fisuras en el grupo, sí enfado de Feli pero nunca desunión.

Durante la eliminatoria todo fue sobre ruedas independientemente del marcador. Ánimos, cohesión y buen rollo hasta que Stepanek ponía el 3-2 definitivo, un mazazo a una selección española que se veía con opciones. La cara de Feli era un poema. La apuesta por Almagro, aunque el análisis a toro pasado pueda resultar ventajista, no funcionó. Pero para eso están los medios, para analizar situaciones, y si hoy España se rendiría a los pies de Corretja y el murciano de oro si hubieran culminado la gesta, ahora la misión se trata de analizar por qué no se llegó a buen puerto.

Decisiones en el abismo

Finalmente, parece que Nicolás Almagro ha quedado como el malo de la película. Cierto es que en dos días pasó de mostrar su mejor cara a parecer un tenista de Challenger ante Stepanek, que consiguió poner en evidencia sus carencias sobre pista rápida, pero el murciano no puede hacer más que lo que le mandan, y era una posibilidad que se bloqueara como así sucedió el domingo, en el primer encuentro de tal calibre que disputaba en su carrera. La decisión clave fue no deshacer la pareja Granollers/López, cuyo bagaje en Davis, donde se juega sin deciding point, era este año de solo una victoria por dos derrotas, cayendo en casa ante los Bryan -comprensible- y ante los austríacos Marach y Peya -bastante decepcionante-. Como ya se comentó deshacer la pareja era complicado, pero parece que era aún más necesario que complicado.

Abriendo el baúl de los recuerdos, el mayor éxito de España a domicilio vino por una decisión arriesgada. Tras alinear a David Ferrer y Feliciano López el viernes, con derrota severa del primero y victoria esperanzadora del segundo, el entonces capitán Emilio Sánchez Vicario dio un golpe de efecto el domingo en la final disputada en la pista rápida de Argentina. Quitó a su número 1, a todo un David Ferrer que llevaba todo el año en el top5 alcanzando varias semanas el cuarto puesto, si bien la semana de Mar del Plata salió en como décimo segundo, y dio cancha a Fernando Verdasco-entonces 16º clasificado-. Con ese arriesgado cambio, el madrileño dio el último punto y la gloria a su país venciendo al 'chucho' Acasuso. Algo similar pasó años atrás con Rafa Nadal, entrando por Juan Carlos Ferrero en la Davis de 2004.

Este año eso no fue posible, porque el dobles en que confió tiene poco margen de salida al individual -solo Marcel Granollers y sin demasiadas garantías- y además no parece rendir igual en los encuentros largos, a 5 mangas y con la necesidad de apuntalar los juegos trabajándolos con dos puntos de ventaja sobre el contrario, que en los del circuito ATP, con dos sets, deciding point y súper tie-break. De este modo, no se consigue la esperada superioridad en el dobles y se pierden combinaciones para los domingos.

Poco que reprochar

Aún así, pese a la decisión de no haber deshecho el tándem -lo que parecía más lógico- ni descartado al bueno de Nico -segunda opción en discordia-, poco se le puede reprochar a un Álex Corretja que se lleva un notable alto. En un año que según sus propias palabras se preveía como "de transición", ha logrado volver a unir a un equipo que, borracho de triunfos, parecía haberse roto tras la final de Sevilla donde también pese a la victoria saltaros chispas y algún que otro ego, principalmente entre Feli -parece que está en todas- y Verdasco. Superando adversidades, con un calendario más comprimido que en años y con los Juegos Olímpicos de por medio, ha alcanzado toda una final y dado la cara cuando todo pintaba desfavorable. Que nos hayamos llevado una decepción con el resultado final no quiere hablar de trabajo mal hecho, sino todo lo contrario. Porque solo se decepciona el que puede ganar. Y haber llegado a tener opciones de ello en este 2012 es una machada.

Gracias capitán. Gracias infalible David Ferrer. Gracias 'M&Ms'. Gracias Nico Almagro. Gracias Feliciano López. Gracias Juan Carlos Ferrero. Gracias a los que han puesto su granito de arena en los entrenamientos -Roberto Bautista, Pablo Andújar...-, al equipo técnico, a los entrenadores de los artistas, al equipo de prensa, a la RFET en su conjunto... A todos. Porque esta derrota y esta crítica no empañan un trabajo dorado. Ya solo queda mirar hacia el futuro, y a la vuelta de la esquina ya está Canadá. ¡A por la sexta!

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